La séptima llave es utilizada en labores destinadas a resucitar a los Muertos y convocar a las Almas de los Muertos. Adicionalmente esta llave se utiliza con muchas otras formas de necromancia relacionada con la invocación de espíritus.
Los poderes de esta llave son especialmente fuertes cuando se trata de rituales relacionados con los que han muerto de manera violenta, como suicidios o víctimas de asesinato. Este suele combinarse con las insignias vinculadas a los poderes del cementerio. Se trata de una llave que se usa para abrir las puertas del Inframundo manifestándose los que en él habitan.
Si el alma de un Muerto es convocado a través de un cráneo humano, entonces este Sigilo de Nigromancia se debe utilizar en la cabeza haciendo una "coronación del muerto". Esto se hace trazando el sigilo alrededor del cráneo con sangre de un conejo negro fresca, de tal manera que la última 'X' del sigilo termine en el centro de la frente del cráneo. Junto a otros rituales y sacrificios esta "coronación" del cráneo le dará vida y el poder de actuar como un oráculo, al que se podrá consultar para que responda preguntas.
Este sigilo puede ser utilizado para marcar y dar fuerza a los huesos de tibia humanos, cuando estos se cruzan en forma de una 'X', actúan como un punto central de la manifestación de muertos y espíritus. El cráneo antes mencionado puede ser colocado en la encrucijada de la muerte, creada por los dos huesos cruzados de tibia, con el fin de enfocar y fortalecer la manifestación de la Alma del Muerto y de los Espíritus de la Muerte.
Otro trabajo muy poderoso e importante donde se usa este sigilo es en la creación de La Vara Del Santo. Esta varita de espinas es un cetro nigromántico, siendo una de las herramientas más importantes que se utilizan dentro de este culto conectado a convocar, controlar y dirigir el poder de los muertos.
Esta llave se marca en cruces negras del cementerio para evocar el Señor del Cementerio y todas las legiones que están bajo su mando.
Con relación a la magia con velas, se puede usar velas negras o rojas, tallar la llave en ellas, luego ungirlas con aceite de ajenjo y polvo de mirra. Estas velas casi siempre se sitúa en las tumbas o en medio de los cruce de los caminos del cementerio y se las enciende como una señal y ofrenda a los muertos que se convocan para influir en el mundo de los vivos.